Su corazón de cierva


Su corazón de cierva me golpea en las sienes
y llama y me convoca
para husmear la luna del claror de su cuerpo,
para lamer la hierba, para libar la fresca vida.
Aquí los ruiseñores
entonan sus canciones de la noche,
aquí al alba se duermen
y en las tibias axilas
anidan por el día.
Después de tanta niebla,
suelta el tiempo su lenta agua sombría, y abre
las dos puertas batientes, sus valvas de coral,
y allí alienta.
Yo subo por los flancos para sentir cómo atardece,
cuando el aire se llena de rubianas,
por ver si este sol se para en su caída.


Francisco Álvarez Velasco

21 de octubre de 2008

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